Dice un viejo refrán que nadie es profeta en su tierra, pero hay personalidades tan fuertes que consiguen hacer que la excepción confirme la regla y ese es el caso de Arturo Fernández, nuestro Arturo. Vivió toda su vida con Gijón en el corazón y nuestra villa le correspondió siempre con la misma moneda.

En el 2001 la Asociación Belenista de Gijón le invitó a que pregonase la Navidad y su respuesta afirmativa fue inmediata. Con  la Basílica del Sagrado Corazón llena de público, nos brindó un pregón cercano, humano y enormemente intimista.

Lo sentimos muy nuestro con aquellas palabras: “Y es que nada me hace sentir más orgulloso, más honrado, más importante que cuando Gijón requiere mi asistencia para algún acto. Igual me da que sea la más modesta fiesta de barrio… lo vivo, lo siento, como el más importante de los cometidos a los que puedo aspirar…. Siendo tan importante el honor que me dispensan y que, en esta ocasión es aún mayor al tratarse de una actividad tan arraigada en la vida de Gijón como la que desarrolla esta Asociación, tengo que confesar que aún es mayor la emoción… Créanme, si los belenes no existieran, habría que inventarlos”

Él ha quedado ya para siempre vinculado a su Gijón del alma, y estamos seguros que descansa en paz.

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¡Hasta siempre, Arturo!